Río Cuarto, 07 de Julio de 2010
Queridos hermanos:
Estamos frente a una situación de grave peligro para el futuro de la patria, pues se pretende con los proyectos de ley de uniones homosexuales cambiar la estructura fundante de la sociedad, con graves consecuencias sociales, y de un modo particular en el ámbito de la educación de la niñez y de la juventud.
Tenemos que afirmar con toda claridad que según el designio creador de Dios no hay otra forma de ser humano que ser varón y mujer. Que el matrimonio no puede ser objeto de votación parlamentaria, en cuanto a su esencia, pues es una realidad que viene de la creación y no de un consenso. Lo razonable es reconocer el dato de la realidad tal como es: siempre se es hombre como varón ó mujer. Las demás formas son de algún modo, desviaciones de lo natural. Y por lo tanto, el matrimonio, será siempre la unión definitiva entre un hombre y una mujer a fin de ayudarse mutuamente y formar una familia.
Estos proyectos, además, tiene la pretensión de dar supuestos derechos de adopción a dichas parejas. Es necesario reafirmar que el derecho a la adopción no es de los adultos sino de los niños, que por diversas razones, sus padres no han podido llevar adelante su crianza y educación. Pero es injusto para el niño, que ha nacido de un papá y una mamá, -y puesto que, en la adopción se eligen los adoptantes-, que no se le de un padre y una madre; además de todos los posibles inconvenientes psicológicos y de identidad que le pueden causar la falta de una referencia clara de padre y madre.
Los exhorto viva y encarecidamente a dedicar estos días que van desde la fecha, hasta el próximo 14 de Julio, día en que se tratarán en el Senado de la Nación los proyectos de ley que pretenden dar un status jurídico equiparable con el matrimonio a las uniones homosexuales, a intensificar la oración y a elevar súplicas a Nuestro Señor Jesucristo, especialmente por la Intercesión de la Santísima Virgen María, patrona de nuestra diócesis y de la patria toda, nuestra poderosa abogada, a fin de que los legisladores sean iluminados y fortalecidos de modo que voten conforme a la naturaleza humana, al bien del matrimonio y la familia, y en definitiva al bien de nuestra patria. No tenemos muchas armas en este combate, pero tenemos el arma fundamental de la oración, a ella siempre debemos recurrir, pero especialmente en esta hora donde está en juego el futuro de nuestra patria, y de nuestras familias.
Pido que este mensaje sea leído en las misas de los días sábado 10 y Domingo 11 del corriente mes, en todas las parroquias y templos de la
Diócesis.
Mons. Eduardo Eliseo Martín
Obispo diocesano
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